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Pésima profesional, con una falta de ética plausible de sanción por el Código de la Fepra y del código de ética del colegio de psicólogos de Tucumán, fue terapeuta de una persona adulta diagnosticada por profesionales idóneos de otra provincia (su provincia de origen) como mitómano, con trastorno de la personalidad y sociópata, entablaron una amistad y al poco tiempo aceptó atender (por pedido de su paciente) a la hija de 20 años pero de manera particular (para que la prepaga no advirtiera la maniobra de algo que no está permitido y promover la sanción correspondiente) quien padece de trastorno de ansiedad severo como consecuencia de la convivencia y el trato de ese padre para con su hija. Esta "psicóloga" comerciante y su falta total de ética y profesionalismo, perjudicó a mi hija de manera tal que hasta el día de hoy sufre las secuelas de una pésima terapia en la que de manera altanera esta dudosa profesional de la salud mental se dirigía a ella en sus sesiones. Mi hija se sintió maltratada, no escuchada, y hasta tuvo que soportar las risas burlonas de esta tal Marcela Bollea Álvarez cada vez que expresaba sus angustias y ansiedades. Y cabe agregar que mientras era tratada en sesiones semanales, mi hija fue internada tres veces por deshidratación a causa de vomitos psicógenos por ansiedad y angustia, cosa que antes de ser su paciente jamás había sucedido.